31 Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; 32 pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos. 33 Y Pedro le dijo: Señor, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte. 34 Pero Jesús le dijo: Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy hasta que tú hayas negado tres veces que me conoces.
Introducción:
El texto de Lucas 22: 31-34, hace parte de los hechos finales del ministerio de Jesús. Esta sublime declaración de Jesús es dicha en medio de la última cena. La prueba más difícil estaba por venir, la fe de los discípulos sería puesta a prueba en el crisol de Dios, sería pasada por fuego. Para Jesús esta cena era importante y un momento esperado por él. Veamos Lc. 22: 15 “Con ansias, intensamente, he deseado comer esta pascua con vosotros antes de padecer”. Es este momento el que aprovecha Jesús para revelar las intenciones del traidor Judas y de su inminente muerte en la cruz, además les exhorta por su preocupación por ver quién sería el mayor o debía ser considerado como el mayor. Con todo, Jesús les reconforta con una promesa muy alentadora:
“Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.” (Lc. 22: 28-30)
Ellos habían permanecido con él en sus pruebas, ahora era el momento de que ellos fueran sometidos a prueba.
El evangelista nos adentra en medio de la realidad a la que se debían enfrentar los discípulos. Satanás ha hecho una petición formal ante Dios para zarandear a los discípulos, de la misma forma como se hace con el trigo. Jesús habla directamente a Pedro de una realidad que no sólo lo afectaría a él sino también a sus consiervos “os ha pedido para zarandearos”. Esa noche sería el momento donde la fe de los discípulos sería puesta a prueba a través de un personaje, no esperado, que ya había hecho estragos en la vida de Judas quien cayó ante el zarandeo del Diablo mucho antes.
No se zarandea a personas incapaces de sentir miedo, frustración, derrota, agonía; y a su vez, que no se puedan arrepentir, sino todo lo contrario, seres humanos en toda su debilidad. Los discípulos, cada uno de ellos, fueron partícipes de los milagros de Jesús, de cómo sanó a mucho, levantó muertos, restauró sanidad a los enfermos y demostró su dominio sobre las fuerzas no solo de la naturaleza sino aun las espirituales. Los tres años de escuela terminarían con un último curso, donde todos estamos inscritos, la prueba.
La garantía, que permite asegurar la permanencia de Pedro en medio de la prueba, es Jesús mismo “Pero YO he orado…”. Ante este hecho donde se encuentra involucrado Satanás, Jesús no responde como muchos esperaríamos: “Yo he rogado para que no te suceda nada malo y Satanás sea reprendido y completamente vencido” sino que en la oración, Jesús intercede por la fe de Pedro en medio de la prueba, para que ésta permanezca y no falte. Jesús se interpone para que los fines, y no los planes, del Diablo se lleven a cabo. Jesús había orado pidiendo que el tropiezo de Pedro no terminara convertido en un fracaso irreversible como el de Judas.
Jesús ofrece esperanza no sólo a Pedro sino a los demás también “…una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos”. Quién lo diría, muchos de nosotros que hemos pasado por las verdes y las maduras de la vida cristiana somos los más indicados para Dios. Pedro se convierte ahora en la provisión de Dios para sus colegas. Hermano, tú que pensabas que Dios no volvería a usarte por haber caído y que no tienes esperanza de volver a lo que antes tenías, anímate y permítete ser restaurado porque al final de tu zarandeo tú serás provisión para tus hermanos. Y cosas mejores vendrán. Es así como el fortalecido y el restaurado, llega a ser quien fortalece, el consolado llega a consolar, el sanado llega a sanar.
Dios es capaz de tomarnos como una vasija de barro, arrojarnos contra el suelo, y de los pedazos formar una completamente nueva. Después de esta prueba Pedro sostuvo, ahora de Dios, su decisión de seguir a Jesús hasta la cárcel y la muerte misma. Lo glorioso de este relato no es la caída sino la restauración y como es levantado para un verdadero compañerismo con Cristo. Tres veces negó a su Señor, pero en tres afirmaciones dichas por Jesús fue restaurado al ministerio “Apacienta mis corderos… pastorea mis ovejas… Apacienta mis ovejas” (Jn. 21:15-17). Nuestra cristiandad es probada en medio de lo normal de la vida, con sufrimientos, angustias y aun caídas. El zarandeo hará visible quien soy y lo frágil que puedo ser; pero así mismo me mostrará el grano limpio, el que por gracia Dios ha conservado. Leamos algunos de los consejos de Pedro mismo a sus hermanos:
“La prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada en que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo” 1 P. 1:7
“Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas” 1 P. 2:25
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” 1 P 5:6-7
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